Una gran amiga, amiga de lactancia, de vivencias , de crianza, una gran persona que gracias a este maravilloso mundo de la maternidad he llegado a conocer, ha querido compartir con nosotr@s su maravilloso parto en casa, el de su segundo hijo. Su historia que aún me tiene con la piel erizada, es tan emocionante y cercana, que me deja unas ganas tremendas de parir en casa, a mi segundo hijo, que aún no viene, pero que un dia vendrá. Gracias, por compartir esta historia tan personal.
Bueno, pues me animo a contaros mi parto en casa, el nacimiento de mi segundo hijo, una experiencia única.
En realidad no sé cuándo comenzó mi parto. Con mi primer hijo lo tuve claro, cuando comenzaron las contracciones. Pero con este, no. Día sí día no yo dudaba si estaba de parto o no, porque tenía contracciones bastante constantes durante bastante rato… pero se me pasaban al irme a la cama por la noche.
Hasta que llegó el gran día. Por la tarde paseamos, nos tomamos una taza de chocolate con nata ummm riquísimo, total, que cuando llegué a casa, ya tenía contracciones. Y esa noche las contracciones no se pararon. Me acosté para dormir, pero ya no pude. Me fui a la salita, mi pareja y mi hijo se quedaron durmiendo. Las contracciones eran llevaderas, yo estaba tan relajada en el sofá… Qué maravilla, pensando que por fin iba a nacer mi nene. Según pasaba la noche, las contracciones iban siendo más intensas, y ya me planteé cuándo llamar a mis comadronas, Juanjo y María, que tenían un desplazamiento largo hasta mi casa. Esperé hasta las 5 de la noche más o menos… Avisé a mi compañero, que siguió en la cama porque yo prefería estar sola, tranquila, en penumbra, relajada… Dejando hablar a mi cuerpo, que en todo momento sabía lo que hacer. Llegaron a las 7,30, escucharon al peque (llevan un monitor portátil) que estaba perfectamente, me hicieron un tacto y entonces ya estaba de 5-6 cm más o menos. Se fueron a tomar un café, yo seguía sola y tranquila, a veces sentada en el sofá, a veces de pie girando las caderas… les dio tiempo a descansar, a desayunar con mi compi y con la amiga que se llevó a mi hijo mayor de paseo un rato. Ufff para entonces a mí me dolía, me dolía… Tenía unas contracciones potentes, las del final. Los llamé. A las 11 más o menos, la verdad es que perdí un poco la noción del tiempo. Ya estaba en dilatación completa. Me prepararon la bañera. Un par de contracciones más con la ayuda de María, que me sujetaba la espalda, que dolía. Se rompió la bolsa. Me fui a la bañera, y no me dio tiempo a tumbarme, en cuanto entré y me puse de rodillas, ahí estaba mi niño, queriendo nacer, ahhh yo tenía que empujar, toqué su cabeza, empujé… Juanjo me dijo: despacio, despacio… en ese momento dejé de empujar, y sentí que no hacía falta, que mi bebé salía solo, y lo noté, noté cómo se deslizaba fuera de mí, yo lo tocaba, tocaba su cabecita que poco a poco nacía, ahh qué sensación… Así salió su cabecita, sin necesidad de empujar, el útero hizo su trabajo a la perfección. Entonces el cuerpo me pidió empujar otra vez, y así salió su cuerpecito, rosadito, ya estaba con nosotros… qué placer, qué maravilla, allí abrazaditos, en el agua caliente…
¿Si dolió el expulsivo? Era mucha la presión allí abajo, pero ayudaba la sensación del agua caliente en el cuerpo, mi pareja y María se dedicaban a mojarme con los cubitos con los que mi ahora hijo mayor juega en la bañera, me echaban agua por la espalda, qué gustito…
Lo recuerdo como un parto muy animal, muy salvaje y muy intenso, yo gruñendo como una loba mientras empujaba, allí de rodillas, tocando cómo salía mi nene… En todo momento hice lo que el cuerpo me pedía, si me pedía estar en el sofá estaba, si me pedía estar de pie, me levantaba… Respiraba según me apetecía. El cuerpo es sabio. Dolor y paz. Me considero totalmente afortunada por haber podido vivir el nacimiento de mi segundo hijo de esta manera, y se lo agradezco a mis “comadronas”, que lo hicieron posible.
Estuvimos un rato en la bañera, viéndonos. Luego nos fuimos a la cama. Allí tumbaditos, maravillados el papá y yo con esa cosa tan pequeña que acababa de nacer. El cordón dejó de latir, la placenta salió, no sé ni en qué orden ni cuánto tardó. Sólo podía mirar a mi bebé, tan tierno… Los matrones, que nos habían dejado en la intimidad de nuestras miradas, vinieron, el papá cortó el cordón, pesaron al nene, ¡4,400! Yo aluciné. Comenzó a mamar enseguida. Allí estaba, desnudito, encima de mí, también desnuda. Dándonos calor. Al rato llegó su hermano, que de repente y sin saberlo se había convertido en hermano mayor. Miró al recién llegado, un poco, no mucho. Le dimos el regalo que le había traído, y se puso a jugar…
Y ya estábamos los cuatro…
para mi es un honor el compartir el relato de tu parto. es emocionante, conmovedor y sobre todo alentador, me ha descubierto «la forma de nacer», lo que realmente es alumbrar una criatura, y como puede ser una experiencia intensa, llena de amor y de satisfacción. y me inspira al pensar en como serán las cosas si alguna vez llega un segundo hijo. Al escucharte todas recibimos tu fuerza, tu confianza y serenidad y eso nos anima a habitar con mayor alegría nuestros cuerpos de mujeres.
muchas gracias hermosa.
yo quisiera compartir mi parto natural dentro del agua despues de haber tenido una cesaria. aunque el medico me dijo que mi bebe no podria pasar por mis caderas y un sin fin de escusas que puso para hacerme una cesarea mas. puedo publicar aqui mi historia?